Hay hechos en la historia que dejan su marca imborrable, porque desencadenaron procesos de gran trascendencia entre quienes los presenciaron; siguen siendo un referente que alienta los nuevos procesos. Esos acontecimientos suelen convertirse en una gran fuerza simbólica que alimenta grandes proyectos ideológicos o educativos y llegan a convertirse en la fuerza constitutiva de muchas naciones.